Los corales, la crisis climática y la importancia de la acción local

Este es un artículo de opinión de Eugenio Fernández Vázquez, consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental de México.

Forma parte de la cobertura de IPS por el Día Mundial del Ambiente, el 5 de junio, que este año tiene como tema: la restauración de los ecosistemas.

La salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano, del que México forma parte, está empeorando. Foto: Mongabay

MÉXICO – La crisis climática está atravesada por un montón de dificultades y de injusticias. Los responsables son los ricos del mundo y, dentro de cada país, los más ricos de esos países, pero los principales afectados son los países más pobres del mundo y, dentro de ellos, los ciudadanos más pobres.

Como además es un fenómeno global, la acción de un país en solitario —salvo por la excepción de los cinco o seis emisores más grandes— apenas sirve de nada.

Un artículo recién publicado en Science muestra, sin embargo, que la acción local es clave para minimizar los daños y, potencialmente, sobrevivir a la catástrofe.

Estudiando centenares de sitios con corales afectados por olas de calor, encontraron que los arrecifes que estaban antes en mejores condiciones —una situación que sí se puede lograr con acciones pequeñas y en el lugar— resisten más y mejor.

El artículo, liderado por Mary K. Donovan, midió la interacción entre las olas de calor causadas por la crisis climática y dos fenómenos que ocurren cuando se deteriora un arrecife: la sobreabundancia de macroalgas y la de erizos de mar.

El autor, Eugenio Fernández Vázquez
El autor, Eugenio Fernández Vázquez

Lo que hallaron es que aquellos arrecifes que están en buenas condiciones y en las que, por ejemplo, las poblaciones de peces están sanas, hay menos macroalgas y por lo tanto es menos probable que ocurran episodios de hipoxia o se dañen los microbiomas de los corales.

Lo mismo ocurre con los erizos. Una presencia moderada de erizos en un arrecife es signo de buena salud, precisamente porque controlan a las poblaciones de algas, pero cuando sus poblaciones son demasiado abundantes los daños son terribles.

Empiezan a comerse a los corales y a erosionar las estructuras duras del arrecife.

La solución que proponen las autoras es clara: hay que actuar en los ámbitos locales para garantizar la buena salud de los arrecifes coralinos y, con ello, garantizar que esas maravillas naturales sobrevivan mejor al calentamiento global.

Las acciones para hacerlo —al menos una primera batería de ellas— están también muy claras: hay que combatir la pesca ilegal y la sobrepesca, regular el turismo para que no los dañe por su parte y trabajar con mayor ahínco en la defensa de ríos, humedales y marismas, que son clave para garantizar el equilibrio ecológico de los ecosistemas costeros.

Hacerlo es una tarea fundamental.

Perder los arrecifes de coral es perder una enorme belleza sin la cuál el mundo se volvería un lugar mucho más agreste, mucho más difícil de vivir y de aguantar. Pero además los arrecifes son clave para la supervivencia misma de las poblaciones y ciudades que viven en las costas del mundo.

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En el mar Caribe, por ejemplo, frente a las costas de Quintana Roo, hay un arrecife que es importantísimo para que las playas estén limpias y se pueda nadar en ellas.

El arrecife es clave para las poblaciones pesqueras, pero además reduce la fuerza del oleaje y de los huracanes, con lo que se mitiga la erosión de las playas y es más fácil y barato mantener esa infraestructura en pie.

Además de medidas de política pública más general, como fortalecer la vigilancia de las costas y regular mejor a los sectores pesquero y turístico, hay medidas que se pueden tomar a nivel local.

En el caso del arrecife de Quintana Roo, por ejemplo, el gobierno de ese estado, impulsado por organizaciones de la sociedad civil y de la mano de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, contrató un seguro contra los daños que los huracanes pueden causar a ese cuerpo coralino.

Después de que golpeara el huracán Delta se activó ese seguro y permitió el despliegue de una enorme fuerza de tarea para reparar y sanar el arrecife. Con eso, se garantiza una mejor y más rápida recuperación y no se pierden ni su belleza ni sus servicios ambientales.

El trabajo local, como se ve, es clave para paliar y sobrevivir a la crisis climática.

Como dicen la propia Mary K. Donovan y sus colegas, “la gestión local no sustituye a la acción global concertada para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero”, pero sí es un elemento fundamental de la lucha por adaptarnos mientras tanto.

Este artículo se publicó originalmente en Pie de Página, de la plataforma mexicana Periodistas de A Pie.

RV: EG

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